*Texto elaborado con extractos de la introducción de J.M. Capote Benot a la edición crítica de
Todos hemos estudiado a
En los últimos tiempos parece que se ha puesto de moda esta generación, desgraciadamente más por el hecho de ahondar en la parte más íntima y oscura de los personajes que formaban parte de este grupo de impresionantes creadores que por la calidad de sus obras. Sin duda es un hecho constatado que entre ellos había fuertes lazos de amistad. Tanto fue así, que incluso se ha propuesto denominar a este grupo de escritores como la “generación de la amistad”[1].
Utilizando las memorias más personales de los protagonistas de esta corriente intelectual hemos asistido al estreno en cartelera de una película básicamente centrada, según muchas de las críticas, en la supuesta relación pasional entre Lorca y Dalí. Como es normal, esto ha generado algo de polémica, aunque por desgracia no tanto como la que debiera dado el argumento forzado del largometraje.
Pero antes de ponernos a filosofar, pasemos ha realizar una breve síntesis de lo que esta generación de artistas de principios de siglo fue, significó y lo que en nuestros días viene simbolizando para las generaciones de poetas contemporáneos.
Todo comenzó, según dicen, el año 1927 cuando se celebraba, el tercer centenario de la muerte de Góngora y un grupo de jóvenes poetas fue invitado por el Ateneo de Sevilla, gracias a la mediación y coordinación de Ignacio Sánchez Mejías -si, el torero al que dedicó Lorca un poema en su Romancero Gitano-, para ofrecer recitales y conferencias en memoria del poeta cordobés.
- A todo esto y por si alguien no lo sabía, al pobre Góngora en su tiempo le llamaban “rita la pastelera” por lo sobrecargado y barroco de sus poemas, parece que fue
En esta reunión estaban entre otros poetas conocidos de esta generación literaria Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda (que asiste, por lo visto como mero oyente en un principio), Jorge Guillén, Manuel Altolaguirre.
En el otoño de este mismo año de 1927
En un primer lugar este conjunto de poetas deciden enfrentarse a la mentalidad tradicional señalando a Góngora como el poeta más significativo de la pureza poética. Este pensamiento hay que encajarlo dentro del auge que consiguieron en aquellos años “El cementerio marino” de Paul Valèry en Europa y
Lo segundo y quizás lo más importante que este grupo literario demostró, fue que estaban marcando una nueva tendencia
“hacia una estética fuera de toda retórica, depurada hasta conseguir lo esencial y estrictamente necesario a la expresión poética, evitando caer, de esta forma, en lo vulgar de nuestro romanticismo, en lo aparentemente fácil y suntuosamente banal de nuestro modernismo, en lo azaroso y confuso de los movimientos de vanguardia, en lo académicamente aceptado desde siempre.”
(J.M. Capote Benot, 2005, Antología de Luis Cernuda, Editorial Cátedra, colección Letras Hispánicas, Madrid, 2005.Pág. 17.)
Por último, y en relación un poco con el primer punto señalado, de pretendió impulsar una revisión de la literatura clásica española, desechada y olvidada por la crítica oficial.
Los especialistas ven en la exposición de estos objetivos por este colectivo de escritores, la confirmación de que fue realmente en el 27 cuando éstos tomaron conciencia no ya de que constituían un grupo de fines literarios exclusivos y aunadores sino que existían, dispersos por la geografía nacional, hombres que deseaban expresarse con ánimo renovado frente a lo que venía haciéndose a principios de siglo. Escritores que pretendían por otra parte, valorar y seguir la tradición de una corriente lírica hispánica que venía de muy atrás, y en la que eran hitos importantes el Cancionero popular anónimo, Garcilaso y Lope, Góngora y Quevedo, Fray Luis y San Juan, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.
En la parte II de este ciclo sobre
[1] Así la ha querido venir a denominar José Luis Cano en su trabajo La poesía de